Retrato dada

Tu piel es suave, tus piernas tan largas, tus senos, tus senos. ¿No eres la princesa del desierto? preguntó. Paso sus manos por el cuerpo en expresión y de repente el cuarto se ilumino. Me gustaría decir que fue por la risa de ambos, por sus lúdicos gestos, por sus prolongados abrazos y sus besos incendiarios; sin embargo no fue así. Solo fue un buen montaje en el que solo uno de ellos sabía las reglas del juego.

Translucida tempestad

La vida es tan frágil que a veces es mejor soñar estar despierta y creer que vives, que enfrentarla y morir múltiples veces. Quizás me llamaran cobarde, y tal vez sea verdad. Pues, prefiero sentir que caigo y salir ilesa, que no sentir la caída pero acabar destruida. Por ello,  no permito que otros sueñen por mí.